Rompe aguas manantial,
pare el fruto de los Cielos,
ya es hora de comenzar
el largo camino.
Titubeante empiezas
sorteando torpemente
piedras y obstáculos;
creciendo metro a metro,
cogiendo bagaje en cada curva,
-derrochando vida-.
Eres joven y juegas,
escondido en la gruta,
te haces las espadas
con estalactitas y estalagmitas.
Ya crecido y con más bríos,
la emoción de –los rápidos-
carreras solo a tu medida,
para asomarte al balcón
de la majestuosa cascada:
hecha sus cortinas la montaña
de colores de arco ir
por la Gran Bruma;
acompasadas
por la música del Trueno.
Remansa y descansa
en el Azul turquesa,
y coge nuevas fuerzas,
para la larga caminata
que aún te espera.Río abajo,
serpenteando a destino,
las tierras sedientas de ti
agradecen tu paso.
En la lejanía:
-la inmensidad del Azul-
-la Gran Madre
espera ansiosa,
tu regreso a casa.
Escaleras al cielo
y ¡Vuela!.Llora...
benditas lágrimas,
que refrescan mi cuerpo...
- Y son de VIDA -
.
Me encanta este lindo y refrescante poema dedicado a la fuente primigenia de la vida.GRACIAS POR TANTA BELLEZA.
ResponderEliminarJavier, esta poesía es preciosa, creo que no la había leído, me ha encantado de verdad porque aparte de palabras, lleva sonido.
ResponderEliminarMercedes
Me encantó este poema. Un abrazo.
ResponderEliminarSi yo fuera rio, me gustaria ser así, lleno de vida y en contínuo crecimiento.
ResponderEliminarDibujando surcos a veces legibles y otras veces secretos, que sólo puede ver quién los creó por primera vez.